viernes, 8 de junio de 2007

Ritmo

Salgo, entro, subo, bajo, veo, siento, veo, siento, veo siento.
Miro, bajo la mirada. Golpe, bajo la guardia. Campana, bajo la cara. Entrenador, agua, toalla, campana. Arriba. Golpe a la cara, yo; golpe a la cara, yo, otro, otro y otro, campana, bajo la cara. Entrenador, agua, toalla, campana; arriba. Costillas, se tambalea, costillas, cara, se tambalea de nuevo, se tambalea, derecha izquierda, cae. Uno...dos...tres. Me sostienen la mano derecha, ahora la levantan. Veo a la gente y parece gritar, no la escucho.
Salgo del estadio, un gran auto espera por mí. Luces del centro porteño; autos; yo. Mis labios empiezan a estirarse para los costados lentamente. Entro al hotel, flash, sonrío. Prensa, mucha prensa, no hablo; sonrío.
Al final del pasillo, ella. Por quien peleo, por quien vivo. La tomo del brazo, me besa y entramos en un pequeño salón. Mesa para dos, velas, un músico al piano. Nos sentamos y hablamos: había sufrido por mí; me había acordado de ella, dice que me ama.
Salimos de allí, vamos a una cena con los de la federación, ella a mi lado sonríe. La gente devuelve la expresión. Se me acerca el presidente, balbucea palabras que no escucho. La aparto de allí, la llevo al medio de la pista y al ritmo de un blues, nos movemos de un lado al otro. Dum...dum...dum...dum.
Sus ojos, los míos, nos entendemos. Salimos a la noche. Inexplicable, nieva en Buenos Aires. Bajo mis brazos mira para arriba; la nieve cae lentamente sobre su piel blanca como los copos. Nos derribamos en el pasto de alguna plaza.

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