jueves, 19 de febrero de 2009

Silencio

La claridad lastima, ver lastima.

Recién abro los ojos y los tengo que cerrar de nuevo, porque la luz me hace doler. Me parece raro que el despertador no haya sonado; me parece raro, de echo, que el despertador no esté o por lo menos no lo veo por ninguna parte. La cantidad de polvo que hay en esta pieza es impresionante; tendría que haber limpiado ayer pero entre cerveza y cerveza quedé tumbado.

Bueno, ya debe ser tardísimo. El tren tendría que llegar en una media hora y yo todavía ni me bañe. Pantalones llenos de polvo, remera llena de polvo; creo que tengo polvo hasta en el culo. ¡Qué grande! Estas ojotas me las regalaron en mi primer viaje y todavía siguen tirando. La espalda me está matando, me parece que hoy me quedo sentadito cortando boletos y mando a los pibes a que ayuden con las valijas a los gringos.



Uh, el piso de este baño se entró a salir otra vez, si seguimos así no hay sueldo que aguante. Me parece que, esta vez, le voy a decir al zurdo que lo arregle, el boludo del chileno ese no entiende nada me lo dejó malísimo. Voy a tener que prender la caldera porque si no nos vamos a morir todos de frío.

Igual parece que estoy sólo, estos huevones me dejaron durmiendo y se fueron para la estación. Y ni siquiera prendieron la caldera, che pero qué gente desconsiderada, ¿y si me muero de frío? Bue, que se vayan a cagar ahora me gasto toda el agua y que después ni se vengan a quejar, seguro el sanjuanino va a venir a decir algo. Esta cosa ya se está poniendo vieja, yo ya le dije a los muchachos “miren, compadres, que esa caldera en cualquier momento explota y nos vamos a quemar vivos”. Ni bola me dieron, provincianos y tontos, mandaron a llamar a un negro que por dos pesos arregló la caldera, mirá ni un calorcito tira.




Si me apuro quizás llego a morfarme algo. Me parece que quedó un poco de pollo de ayer, siempre y cuando no se lo hayan comido todo. Habría que ponerle un par de muebles a esta sala, parece un potrero no un living. Quizás le pueda pedir a la Adriana ese sillón grande que tienen ahí en el hostel que ni lo usan. Esta linda la Adriana; si me dice que no me lo presta le digo si por lo menos lo usamos juntos, ¡ja! Soy un fenómeno.

Che qué hambre que tengo. No, estos hijos de re mil puta no me dejaron nada. Ese seguro fue el puntanito ese; que glotonería por dios, había sobrado un pollo entero. Ni un pan con mermelada, nada. Apenas llego a la estación lo agarro y le meto una buena trompada, para que aprenda. Polvo, polvo y más polvo, si alimentara estaríamos todos gorditos y felices. Si me viera mi vieja tendría para entretenerse un buen rato diciéndome que tengo que comer más, y que querés vieja si el mal parido del puntano no me deja pollo. Ahora tengo que salir a cagarme de frío, porque eso también abunda. Frío, frío y más frío; polvo, polvo y más polvo. Ya me pusieron de mal humor. Encima no sé qué hora es. También se deben haber llevado el despertador.


No me di cuenta pero hace un frío que congela. Y yo en ojotas me voy a pescar un resfrío que ni el diablo me saca de la cama. Ahí está, los zapatos estos son la bendición de la compañía, ¡el orgullo y la envidia del Ferrocarril Trasandino Argentino! Buena piel de carpincho y cuero de oveja mendocina, no pasá el frío ni del polo sur. En cambio esta campera está bastante vieja ya, hasta me queda chica de hombros; voy a ver si le mangueo una nueva al gringo, total debe tener un montón ahí tiradas.

Con razón entra tanto frío a esta puerta le faltan todos lo vidrios, esta casa se está cayendo abajo, es el frío. El frío mata todo: mata al cultivo, al ganado. Ni la gente se puede esconder del frío. Si no fuese por el frío el ACA de enfrente estaría todo nuevito y bien pintado como cuando llegué. Y a quien se le ocurre vivir acá, es imposible. Ya está pareciendo un pueblo fantasma esto, no hay nadie en la calle. ¿Ya habrá llegado y se habrá ido el tren?, no puede ser.



Ahí viene alguien, ¿Será el hijo del Raúl?:- decime hijo, ¿No sabés si ya llegó el tren?-.


-No, abuelo, ya no creo que venga el tren-.